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Foto del escritor: Maria Ruiz OcadizMaria Ruiz Ocadiz

Lex,


Me sentía protegida por ti, de alguna manera. Pude darme cuenta hasta ahora.

Estuve en un lugar donde podía olvidarme de las visitas al cementerio, gracias a ti. Conseguimos abandonarnos en la falsedad y creer estar dentro de un mundo financiero, pero debo confesar que algunas veces, confundida, te miré secretamente; descubriendo a esta mujer dentro de mí, con estos raros pensamientos que son tan intrusivos. Lo mejor eres tú y también lo peor que pude descubrir en mi interior, porque le he fallado a Clark (por fin pude hacerlo).

Ahora, soy libre de sentir lo que yo quiera y deseo confirmarte lo mucho que tú me has causado.


No puedo querer tenerte más.


Con amor,

Lana Lang.



Esta carta enuncia un hubiera imaginario, totalmente personal, de la Temporada 3 de la serie de televisión "Smallville" (2001-2011).

Créditos de fotografía: Channel 4


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Foto del escritor: Maria Ruiz OcadizMaria Ruiz Ocadiz

El espía enseña su corazón. "Es momento de crecer", nos ha pedido. Vamos a reventar hasta acabar con la ingenuidad. Caminamos, corremos con los dedos formando lazos, contamos el sentido de las cosas, las aparecemos, las volvemos animadas; pero luego viene ese pesar adolescente que nos propone expresar los secretos de las almas parecidas. Nadamos en el agua azucarada, no como cisnes, sí como patos que nos han llevado a recordar las donas de chocolate en la mesa, de esa habitación del vecindario flotante. Nos juntamos, nos envolvemos encima del polen que se nos ha metido en las pupilas y nos hace ver flores en la madera que separa al río del pasto. Tremendos nos sentimos, pensamos, cortamos las naranjas y estamos seguros de que lo hemos perdido todo. Los juguetes nos sirven para conseguir monedas, desaparecemos las caricias que faltaron en el campamento, las escuelas nos abren por la noche y nos enseñan que alguien nos espera. Son ellos los amigos, los amores, pero cuando miramos el reloj suena menos fuerte, se distingue entre la más fresca hierbabuena; aquella que sabe a menta y nos roba el aliento cuando escuchamos su voz que palpita en nuestras manos. Subimos las resbaladillas al revés, cantamos comiendo y gritamos al amor. Al terminar el regaño nos gusta sentarnos a la lluvia fresca del pórtico repleto de deseos en ese ruido del respirar. Nos tomamos todo con angustia pero al momento nos hemos despejado, nos hemos distraído con el chicle de bola, y nos echamos a la hierba seca de un otoño que está por marcharse; en los pies de mi acompañante. El sudor nos deja la sensación de que algo estamos haciendo mal, y encontramos la respuesta al otro sábado, cuando hemos pensado en como lograr que los campos sean morados y la tierra refresque, en ese extremo en el que hemos reaccionado entre los patos. Nos percatamos de que hemos fracasado, pues es la edad adulta que nos ha alcanzado, y nos ha dejado sin ese sabor a menta en la hierbabuena.


Créditos de fotografía: Dawson's Creek, Columbia TriStar Television

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Foto del escritor: Maria Ruiz OcadizMaria Ruiz Ocadiz

En el porvenir de Verona los besos quedaron secos. Los labios paralizados estaban, sin poder pronunciar más la estela de un sexo virginal. En el camino roto de los visionarios fracasados se encontró J. consigo misma, esperando despertar de la abismal ingenuidad del amor. En pleno desencanto cortó las plumas blancas del abrigo que la envolvía y miró de cerca el rostro de R., libre al fin del difuso porvenir de la Verona enamorada. El féretro abierto, iluminado por el agua de los más hermosos viñedos, parecía hacer feliz a R. entre el desorden emotivo de J. y la vida llorosa que no valía para ella. De cualquier forma, J. no se quiso rendir, pues sin la angustia del amor, sin la angustia de aquella espera, se degradaría. El aliento desesperado colocaría a J. ante un enfrentamiento con la muerte y sus tercos actos, luchando contra la guerra malcriada del amor juvenil; contra un recuerdo momentáneo acerca de la forma en como vestía él: forma ridícula y horrible. Esta memoria la hizo perder instantáneamente dicha guerra malcriada del amor, y por su obsesión con el estilo J. sangró a causa de su más grande enemiga la petulancia, pero nunca pudo aceptar que R. no volvería a vestir más de esa manera que tanto le molestaba, así que prefirió J. elevarse hasta la eternidad, antes de dejar de ver a R. con tan fea ropa.


Texto inspirado en la obra "Romeo y Julieta" de William Shakespeare, y en la película "Romeo + Julieta" de Baz Luhrmann.


Créditos de fotografía: 20th Century Fox.

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